Teresa Amabile y los tres dominios para que surja la innovación

Teresa Amabile y los tres dominios para que surja la innovación

De acuerdo a una de las mayores expertas a nivel internacional en creatividad, la psicóloga Teresa Amabile, para que una persona tenga posibilidades de desarrollar la innovación en su entorno debe producirse el solape de tres dominios.

El primero, es el dominio de campo. Es decir, es necesario que la persona sea especialista en el área en el cual quiere aplicar la innovación.

Dicho de otro modo, puedo tener muy buenas ideas para un asunto concreto pero si no conozco bien el área en el cual se va a aplicar, o en su defecto no me apoyo en alguien que lo haga, hay muchas posibilidades de que mis ideas no aporten el valor esperado.

La ventaja de este primer dominio es que con tiempo se puede aprender. Salvo que se sea «mu torpe».

El segundo dominio es el del conocimiento de técnicas de pensamiento y trabajo creativo. En otras palabras, que aunque sea un experto en un área si al final no creo ideas nuevas que aporten un valor cuantificable, ideas creativas, probablemente haré cosas muy buenas, pero siempre dentro del mismo paradigma, o dicho en plan más ácido, más de lo mismo.

Este segundo dominio es también aprendible, aunque requiere ya de una cierta actitud, fundamentada sobre todo en el diferimiento del juicio.

El tercer dominio es para mí el más crítico, aunque en realidad los tres son fundamentales. El tercer dominio es el de la motivación intrínseca, el de lo que te apasiona.

Las personas que la tienen para el tema sobre el que han de innovar no necesitan reconocimiento externo, o no tanto, para que lo consigan, porque la motivación ya les viene de dentro.

Si tienes los dos primeros dominios, pero tu motivación intrínseca es nula, vamos que te “pasas por el arco del triunfo” si aquello sale bien o mal, lo normal es que no muevas un dedo para que salga algo positivo.

Sobre todo, porque la innovación implica cambio, y por tanto posibilidad de fallar, y cuestionamiento de status quo, y otras muchas “maldades innovacioniles”, y por lo tanto, si no estás realmente motivado, es poco probable que sin esta pasión, sin este deseo, hagas lo que toca, perseveres, aguantes las presiones externas, y a veces internas, para conseguir traducir las ideas en innovación.

O como dice un dicho popular, pero arrimando el ascua a la innovación, “los que abandonan nunca innovan, y los que innovan nunca abandonan”.

En cambio, a diferencia de los dos dominios anteriores, este es bastante más difícil de aprender. De hecho diría que en realidad este no se aprende, sino que se aprehende, pero de chiquitín. La motivación interna es una preferencia que proviene de la más temprana infancia. Y si no tira de ti porque sí, va a ser difícil que la cambies.

Te propongo un ejecicio.

Crúzate por favor de brazos. Si, sin miedo. Si ya lo has hecho, date cuenta de qué brazo tienes por encima.

Ahora haz el cruce contrario, de modo que el brazo que antes quedaba por encima, quede ahora por debajo. Hazlo por favor.

Si eres como casi todas las personas, habrás elegido de inconscientemente la forma que te resulta más cómoda, y por tanto la segunda forma te habrá resultado más incomoda.

Esto es porque el cerebro de forma automática «tira» de la preferencia. Activa el canon neural «cruzarse de brazos», y lo hace, como siempre lo ha hecho, con la forma en que se encuentra cómodo. Con la forma en que está motivado a hacerlo. Y con la forma en que gasta menos energía. La contraria implica activar más elementos, y por tanto gastar más energía. Y el cerebro es sabiamente vago. Si hay que gastar se gasta, pero gastar por gastar.

Decimos que la primera forma en que te has cruzado de brazos es tu preferencia, y es lo por tanto, lo que haces sin pensar. La segunda forma sabes hacerla, pero te requiere más esfuerzo, y normalmente incomoda.

En el caso de la motivación interna, funciona igual. Las cosas te apasionan o no, y no te hace falta pensar en ello. No es algo a aprender. De hecho, lo que te apasiona no solo no incomoda, sino que te pone las pilas.

Bueno, y para ir acabando, dada la importancia de este último dominio, se han desarrollado numerosas herramientas psicométricas que miden las preferencias de las personas hacia diversos temas, entre ellos, hacia qué fase del proceso de innovación tienes más motivación interna.

Estas herramientas de diagnóstico son muy útiles en la configuración de equipos que tengan que realizar procesos de innovación y/o cambio, además de para mejorar el autoconocimiento, y la empatía hacia otras formas de hacer / ser de los integrantes.

Un último comentario a este respecto, relacionado con la educación, y también comentado por Amabile en sus libros, es que mucho niños no es que no sepan estudiar, o tengan déficit de atención, es que las clases no les atraen, no sienten motivación interna por lo que se está tratando y por ello (a ojos de los profesores) se distraen o (a los ojos de los ropios niños) centran en lo que sí les motiva.

Dicho de otro modo, ¿qué intuis que es más divertido para un niño al que le apasione el tenis? ¿sumar 3+3?, ¿o sumar el número de partidos que Nadal le ha ganado a Federer en los dos últimos partidos?

En definitiva que si los profesores atendieran a lo que motiva a los niños de forma intrínseca, y supiesen contar historias que emocionan, nuestros hijos aprenderían más y mejor.

Y si los responsables de equipos identificaran lo que motiva a sus colaboradores, …., pues eso, que rendirían mucho más.

Como veis se puede innovar en cualquier área. Eso sí, siempre que empecemos solapando los tres dominios.

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