¿Es posible que una empresa innove sin tener una cultura de innovación?
¿Es posible que una empresa innove sin tener una cultura de innovación?
Si la respuesta tuviese que ser un “sí” o un “no”, la verdad es que no habría muchas dudas. Sí, es posible.
Es posible, lo cual no quiere decir que sea sostenible. O incluso replicable. Y menos aún aprovechando el talento creativo de una buena parte de su plantilla.
Es decir, es posible que alguien dentro de una organización se empeñe, y consiga lanzar un producto o servicio nuevo que aporte valor a algún usuario. Y esto, por definición, sería innovación.
Ahora bien, que esa innovación llegue a suficientes usuarios, tenga una difusión mínima como para hacerla rentable, y la organización sea capaz de desarrollar en torno a ella una experiencia de usuario satisfactoria y la convierta en algo sostenible, eso ya es harina de otro costal.
De hecho esa innovación liderada por un único individuo, o por unos pocos, a pesar de no contar con una cultura de innovación, se parecerá más bien a una invención.
O dicho de otra manera. Cuando un individuo cree en sí mismo y en sus posibilidades, y ha creado su propia cultura personal de innovación, habrá desarrollado una serie de habilidades especiales que le ayudarán a:
- aplazar el juicio
- confiar en su equipo
- establecer contratos sanos con los demás miembros de su organización
- saber combinar la excelencia con la innovación
- cuestionar paradigmas
- escuchar ideas radicales provengan de quien provengan
- extractar los conceptos potentes de cualquier idea que reciba, o se le ocurra, por absurda que esta parezca
- estar atento a las tendencias del mercado
- poner a los usuarios externos e internos en el centro de sus reflexiones
- tomar conciencia de las necesidades
- traducir los retos en oportunidades
- convertir ideas en retorno económico
Entre otras importantes habilidades.
Pero mientras sea el único en contar con la actitud necesaria para desarrollar estas habilidades en su organización, su cultura personal de innovación no será suficiente para hacer que la innovación se contagie.
Sin embargo, si los líderes comienzan a adoptar una actitud de apertura y confianza, desde la que desarrollar las habilidades descritas anteriormente, poco a poco irán creando las condiciones en las que la innovación pueda comenzar a ser algo habitual.
La transformación paulatina de estas condiciones por parte de los líderes de la organización, favorecida por los cambios en los contratos psicológicos entre los miembros de la misma, ayudarán a facilitar el desarrollo de una cultura de innovación.
Al hacerlo, el resto del personal comenzará a sentirse tenido en cuenta, a recibir suficiente reconocimiento positivo, a satisfacer sus expectativas, a confiar en sus jefes, a no tener miedo a desafiar el status quo con el ánimo de mejorar, ni a aportar ideas nuevas por radicales que éstas sean.
Y así, poco a poco, la cultura se irá transformando.
La clave pasa porque el principal líder de la organización asuma esta transformación como un reto personal, y decida embarcar a su equipo en la misma.
En el caso de que el que tome conciencia de la necesidad de transformar la cultura, no sea uno de los líderes principales, las posibilidades de éxito son menores.
Mientras el líder principal mantenga los hábitos de liderazgo (tanto de auto-liderazgo como de liderazgo hacia los demás) que han mantenido la cultura actual de no-innovación, los esfuerzos de los demás creyentes difícilmente tendrán el impacto suficiente.
La única posibilidad es que alguno de los otros miembros del equipo de dirección creen un ecosistema protegido de innovación en su área de influencia, que consiga tener el suficiente retorno como para que se granjeen la credibilidad necesaria y por tanto haga pensar al líder principal.
Es decir, que alguno de los líderes creyentes creen una subcultura de innovación que consiga expandirse hacia el resto de la organización, una vez que el líder principal se conciencie.
Si eres el líder principal, y ya cuentas con la cultura de innovación necesaria, enhorabuena. Sigue avanzando. Ya sabes que estás en el camino correcto.
Si eres el líder principal, y aún no la tienes, no dudes de los beneficios de contar con ella. Ya estás pagando a tu gente por sus cerebros, y lo que estos son capaces de hacer. Aprovéchalos. La mejora de vuestros resultados empresariales pasa por contar con una cultura de innovación.
Y si eres el líder principal, y aún no te llega el mensaje, atrévete a creer. Mientras no te lo creas será difícil que empieces el movimiento en la dirección correcta. Pero recuerda que cualquier otra alternativa no es sostenible.
Para todos los demás casos, atrévete a crear una cultura de innovación en tu área de influencia.
No es fácil, pero sí muy satisfactorio. Nunca te arrepentirás de sacar lo mejor de ti, y de los que te reportan.
Además de divertido, será muy rentable.
¡¡Disfruta del proceso!!