¿Cómo gestionar el miedo?

¿Cómo gestionar el miedo?

Leyendo un post en LinkedIn de Mónica Grossoni titulado ¿De verdad crees que el miedo no toma tus decisiones or ti?, me ha venido a la cabeza la idea de escribir sobre el miedo, tema cada día más recurrente de forma explícita o implícita en las conversaciones con mis clientes cuando hablamos de innovación y cambio.

Eso sí, el temita es amplio a más no poder.

En esta época tan cambiante que estamos viviendo, la incertidumbre hace que el miedo sea una de las respuestas más habituales.

Para otras personas en cambio, esta incertidumbre es sinónimo de oportunidad. La falta de certeza permite nuevas posibilidades que benefician a aquellos que sintiendo miedo o no, no se bloquean ante el mismo, y siguen sabiendo como, o atreviéndose a, tomar decisiones de cambio. En definitiva a iniciar el camino de la innovación.

Mi opinión es que las personas que triunfan* en la vida son aquellas que se atreven a enfrentarse a sus miedos. No a negarlo, sino a reconocerlo, y a avanzar a pesar del mismo (o incluso gracias a él).

O dicho de otro modo, a reconocer al miedo como a un compañero de viaje, que a veces es un poco desagradable, pero que nos hace tomar precauciones, analizar las circunstancias, valorar otras opciones.

De hecho sentir miedo es una de las emociones que a menudo le surgen a aquellos que desafían por primera vez los límites de su zona de confort.

* Nota: triunfar, entendido como conseguir aquello que desean, que puede ser económico, o disponibilidad de su tiempo libre, o vivir en un determinado país, o simplemente vivir del cuento, pero eso sí, en todos esos casos, disfrutando tanto del camino como de lo conseguido.

En mi época de directivo, el miedo era algo que a la gente no le gustaba ni mencionar. No le gustaba a la gente en general, y menos a las personas que ocupaban puestos directivos.

«Estoy preocupado»; «estoy nervioso»; «estoy inquieto».

«O sea, que tienes miedo».

«No no he dicho eso, sólo estoy un poco preocupado.».

“Ya, bueno”.

Creo que el problema es que reconocer que tienes miedo está muy mal visto. Parece que aún pesa mucho aquella idea de que tener miedo es de cobardes.

Lo curioso es que EL MIEDO NO SE TIENE.

EL MIEDO SE SIENTE. O TAL VEZ NO.

Es decir, que es cuestión de sentirlo, o de negarlo.

Mucha gente prefiere negarlo con la esperanza de que desaparezca. Esto quizás les permita evitar reconocer la emoción, y como consecuencia verbalizarlo como sentimiento, pero no eliminará la sensación.

No eliminará las mariposas en el estómago, las molestias bajo la costilla, los dolores en el pecho, el insomnio, la falta de apetito, la ansiedad, o como quiera que a cada uno se le manifieste antes de reconocerlo como emoción.

Dado que el miedo es algo que ocurre a nivel fisiológico, considero que es muy útil reconocerlo. Como mínimo a título individual. Si le reconocemos como tal, podremos analizar que hay detrás de él, y en que me baso para sentirlo.

Si lo hago probablemente pueda descubrir que ya he superado circunstancias similares, y que puedo apoyarme en esas otras experiencias para ganar la confianza suficiente para enfrentarme a eso que me da miedo, a eso que me pre-ocupa. Y así podré dejar de pre-ocuparme, y pasar a ocuparme.

El miedo suele desaparecer cuando inicio la acción en la dirección hacia la que no quiero avanzar (debido justamente a ese miedo).

A medida que avanzo lo normal es que descubra que aquello que me producía el miedo no era para tanto, y que soy capaz de gestionarlo.

Puede también ocurrir que descubra que simplemente me falte conocimiento o habilidad y que la solución la voy encontrando en formarme, en desarrollarme en eso que me falta.

En otros casos, descubriré que lo que me daba miedo era la suma de falta de competencia más la inmediatez de conseguir resultados y que puedo alcanzar lo que quiero apoyándome en otros para avanzar por ese camino.

Por tanto, todo lo que hagamos para negar la sensación, o para no reconocer la emoción, y finalmente ponerlo en palabras, y atrevernos a hablar de él, irá en nuestro perjuicio. No nos ayudará a superarlo.

Reconocerlo a título individual es en mi opinión muy útil, con o sin ayuda. Depende de cuanto miedo sientas, y de tus recursos para superarlo.

Pasando al ámbito más general, diría que reconocerlo públicamente es en muchas ocasiones un síntoma de madurez.

Reconozco que dicho así es demasiado general, ya que depende de las circunstancias, del público que te escucha, de la madurez del público, etc.

Muchos líderes pensarán que probablemente haya circunstancias en las que sea mejor no hablar públicamente del miedo que sienten.

Soy de la opinión que aceptar el miedo propio, seguido del reconocimiento de que éste no es un obstáculo para seguir avanzando actuando en busca de aquello que quieres para ti o los demás, te hace ser mejor líder. Lejos de provocar pánico, considero que saber reconocer lo que te ocurre y que eso no te paraliza ofrece a los demás más credibilidad que el ya olvidado héroe de comic que no le tenía miedo a nada. Salvo para determinado públicos, eso ya no es creíble.

Hasta Superman le tenía miedo a la kryptonita.

Creo que es hora de que empecemos a madurar en el reconocimiento y aceptación de nuestras emociones, tanto en privado como en público, y especialmente de una de las más denostadas, y maltratadas.

En fin que es este un tema muy interesante y probablemente uno de los temas sobre los que más se va a escribir en los próximos años.

De hecho, mi miedo ahora es ¿me habré dejado algo en el tintero por lo que alguien me va a machacar con su respuesta?

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